Beijing es la capital de la República Popular China y una de las ciudades más deslumbrantes de China; recorriendo sus calles fácilmente se encuentran shoppings en los cuales exhiben sus productos las primeras marcas del mundo, como Tiffany y Prada entre tantas otras. Lo mismo ocurre con locales de informática, la manzana de Apple, por ejemplo, se encuentra en las esquinas más estratégicas y ni hablar de la cadena de comidas rápidas más famosa, Mc Donald.
Por la noche Beijing se ilumina con gigantescos carteles y luces de colores, la gente se lanza a las calles y el bullicio es intenso. Es común ver grupos de mujeres que se reúnen frente a algún centro comercial para hacer karaoke o practicar danzas típicas que incluyen la indumentaria tradicional. Todo es alegría, especialmente en época veraniega, cuando las salidas nocturnas son la alternativa ideal para protegerse del calor abrasador.
En medio de esta ciudad cosmopolita, se encuentra el “Beijing antiguo” donde continúan en pie los clásicos hutong, un sector de la ciudad donde las casas preservan su estilo; algunas de ellas están bien conservadas y otras no tanto pero, en todos los casos, sus habitantes siguen viviendo al estilo antiguo, sin dejarse encandilar por las modernas construcciones. Los hutong componen el casco antiguo de las ciudades chinas y fueron construidos durante las dinastías Yuan, Ming y Qing. La mayoría de las viviendas no disponen de cuarto de baño, se utilizan baños comunitarios e incluso tienen lugares comunes donde lavar la ropa. Este sitio es elegido también por algunos artistas plásticos, quienes suelen exponer sus obras en casas ambientadas para tal fin, pero siempre conservando el estilo original.
Otras de las particularidades de esta urbe es que en las esquinas de las calles laterales se instalan pequeños puestos de frutas, entre ellas la sandía y el melón (muy consumidos por los chinos) y de semillas de loto fresca, una exquisitez poco conocida para quienes vivimos en occidente.
En cuanto al comercio, los establecimientos que venden artículos típicos chinos, ya sean teteras, adornos, abanicos, piezas de jade, ropa, etc. esperan ansiosamente a los turistas que, una vez adentro, quedan atrapados en el juego del regateo reglamentado. El vendedor dará un precio que, generalmente, no le parece conveniente al comprador y es allí donde comienza el juego. Generalmente, ambas partes quedan conformes con la transacción.
El tránsito es todo un tema allí, las bocinas están a la orden del día y estacionar puede representar toda una odisea; en ocasiones es necesario esperar en la puerta de los estacionamientos hasta que otro auto se retire y desocupe un espacio. Por otra parte, los ciclistas, motociclistas y pequeños autos eléctricos tienen su senda exclusiva, perfectamente separada de la calle mediante bayas metálicas. Las paradas de ómnibus son similares a las que existen en el metrobus de Buenos Aires, aunque con el diseño de las casas tradicionales chinas. Otro de los medios de locomoción en la ciudad son las bicicletas gubernamentales (amarillas como en nuestro país), quienes las necesitan las utilizan y, luego de hacerlo, las dejan en cualquier sitio, de donde son recogidas por personal designado a esa tarea.
Beijing es un sitio inagotable, posee sitios emblemáticos de los cuales hablaremos en próximas entregas.
Diario de viaje
Por Estela Gagliardi
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